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Cómo construir con inteligencia artificial 

Algunos creen que hablamos de ciencia ficción o de una moda pasajera, pero la inteligencia artificial ya forma parte del ecosistema de la construcción. Y no como un decorado futurista, sino como una herramienta que comienza a integrarse —aunque aún con cierta timidez— en los procesos de diseño, obra y gestión urbana.

Lo hemos visto recientemente en encuentros como el IA Lab COAM en España, y aunque el contexto mexicano es diferente, las inquietudes y oportunidades son similares. No se trata de adivinar el futuro, sino de leer con atención lo que ya está ocurriendo.

Porque sí, el sector está cambiando. Lo hace empujado por la urgencia climática, la presión de los costos y la necesidad de repensar procesos que han funcionado durante décadas en piloto automático. Pero también —y aquí está lo interesante— por una renovada ambición de arquitectos y constructores por recuperar su papel como estrategas. En este nuevo tablero, la IA no es un enemigo. Es una aliada compleja, poderosa y, si se sabe usar, profundamente transformadora.

Del dato al proyecto: una cuestión de criterio

Una de las frases que resonaron fue: “el dato es el nuevo oro”. Pero no se trata de coleccionar datos, sino de convertirlos en indicadores útiles que nos ayuden a tomar mejores decisiones de diseño y planificación. ¿Cómo? A través de herramientas que permiten simular, comparar y justificar decisiones técnicas con evidencia, no solo con intuición.

Este enfoque ya empieza a aplicarse en proyectos urbanos que buscan medir impactos reales: desde el acceso al transporte público hasta el consumo energético edificio por edificio. Y lo más relevante: no se trata de que una IA decida por nosotros, sino de tener una brújula más precisa ante un entorno cada vez más complejo.

Industrializar con inteligencia (artificial)

El segundo gran eje fue la construcción industrializada. En México ya se comienza a hablar con más fuerza de soluciones modulares, automatización y trazabilidad. La IA aquí permite anticiparse a errores, adaptar procesos en tiempo real y optimizar el uso de materiales.

No estamos hablando de sustituir empleos, sino de mejorar la productividad, la seguridad y la calidad del resultado final. Todo esto solo es posible si los diferentes actores —proveedores, diseñadores, constructores— comparten información. Y ahí aún tenemos un reto importante.

En ese contexto, Kömmerling cumple un rol clave como proveedor estratégico de soluciones de carpintería de altas prestaciones, siendo parte de una nueva visión de obra más eficiente, sostenible e integrada.

Retos estructurales, no solo tecnológicos

Claro, no todo es entusiasmo. También existen barreras claras:

  • Fragmentación del sector: muchas oficinas pequeñas, herramientas poco compatibles y flujos rotos.
  • Resistencia al cambio: aún se ve la tecnología como un gasto, no como una inversión.
  • Falta de capacitación: no basta con saber usar un software, hay que entender cómo se entrena, qué sesgos puede tener y cómo se valida.

La IA no es un botón mágico. Es un cambio profundo que exige nuevas habilidades, nuevos roles y, en muchos casos, una nueva cultura laboral.

¿Y qué papel tiene el arquitecto?

La IA no viene a reemplazar al arquitecto, sino a potenciarlo. Para ello, hay que dejar de temerle a los datos. Hay que comprenderlos, interpretarlos y utilizarlos para proyectar con más claridad, calidad y propósito. Para los despachos pequeños, es una oportunidad de ser más competitivos. Para los grandes, una vía para replantear procesos obsoletos. Y para todos, una herramienta al servicio del proyecto, no al revés.

En Kömmerling, creemos que los arquitectos y profesionales del sector tienen la capacidad —y la responsabilidad— de liderar esta transformación. No desde la fascinación por la tecnología, sino desde el compromiso con una arquitectura más humana, eficiente y consciente.

Colaboración: Kömmerling

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