• Abatibles: En general, podemos decir que las ventanas con apertura abatible son las más herméticas y aislantes, pero también requieren de un mayor espacio (la hoja se abre), por lo que en estancias muy pequeñas puede resultar imposible. Los tipos de apertura abatibles son:
• Oscilobatientes: son aquellas ventanas que podemos abrir tanto en su eje vertical u horizontal (ideal para ventilar sin provocar un exceso de corriente). En este otro post ya os hablamos de las ventajas de este tipo de apertura.
• Abatible con eje horizontal: en este caso la ventana solo podríamos abrirla por su parte superior, una posición ideal para ventilar y que aporta seguridad si contamos con niños pequeños o mascotas en casa.
• Abatible con eje vertical: un tipo de apertura que permite abrir las hojas de la ventana, maximizando la conexión entre el interior y el exterior de la vivienda.
• Pivotante: quizá sea el tipo de apertura menos utilizado en nuestro país, sobre todo a nivel particular, ya que sí son muchas las empresas y edificios públicos que cuentan con este tipo de ventanas. Permiten que, en su eje vertical, la hoja “voltee”, ya sea por su parte superior o inferior.
• Plegable: Las hojas se pliegan contra uno de los laterales del hueco. Se emplea habitualmente para puertas.
• Correderas: Otro tipo de apertura es la corredera, esta apertura es ideal cuando necesitamos optimizar el espacio, ya que la ventana en ningún momento sobresale de la fachada.
En la corredera podemos optar por combinar la apertura corredera tradicional con la paralela, lo que permite un cierre más hermético (que imita a las abatibles). Al abrir la ventana la hoja se desplaza a otro raíl y se desliza de forma suave. O bien, por un tipo de apertura más común en el ámbito de las correderas, ambas hojas pueden deslizarse y las juntas de cierre son de cepillo para facilitar el deslizamiento.
Según nuestras necesidades, gustos y el espacio con el que contemos podremos seleccionar el tipo de apertura que más encaja en nuestra vivienda.